La mujer de mi vida

Hace siete años atrás:
Era primer día de clases de tercer grado, observava el resplendor de los guardapolvos blancos, planchados, y limpios, había chicos grandes y chicos chicos alborotados, no me olvido el detalle de las señoritas gritando para que todos nos formemos, en menos de cinco minutos, sin tomar distancia, la fila estaba armada.
Yo era una de las más altas, y me tuve que poner casi atrás de todo. Allá fue cuando me di vuelta y ví a "la nena nueva" que entraba en la escuela; pero no resultó ser mínimamente simpática: me sacó la lengua. No le dí impotancia y la ignoré.
Saludó la directora Marta, la vicedirectora Estela. Presentaron nuevas maestras y a nuestro "profe" Osmar (por cierto, era un gordito muy simpático).
Luego de recitar la oración a la Bandera, cantar el Himno, etc. Por fin, entramos al aula de "3º B".
Entraron nuestros familiares para acompañarnos. Yo me senté con mi compañera que conozco desde los tres años, Victoria.
No recuerdo haber hecho nada en clase, ya que los chicos y las chicas nuevas, tímidamente nos decían su nombre y nos contaban de que escuela venían.
Por fin el recreo esperado llegó para ir a hacer "sociales" con "los nuevos".
Me acerqué felizmente a esta chica que me había sacado la lengua a principio de la jornada que estaba junto con otra chica nueva. Le pregunté si quería ser mi amiga con una sonrisa de oreja a oreja, no me contestó, entonces le pregunté por qué me había hecho burla, pero volvió a hacerlo y se fue con su nueva amiga Solana.
Me di por vencida y me fui a jugar, sin perderme ni un minuto de los 15 que teníamos.
Una hora más de clases; el último recreo de las tres y media; una hora y media más de clases, nos despedimos y a casa a tomar la leche.
Al día siguiente entré al colegio a la una de la tarde, saludó la directora, y a clases con Osmar.
Sonó el timbre del recreo. Me fui corriendo con mis amigos a jugar arriba del escenario y se acercó Paloma. Me dijo que se arrepentía porque pensaba que yo era muy buena, y me dió la respuesta de lo que tanto quería: El comienzo de una amistad HERMOSA.
El 14 de marzo del año siguiente, cuando había más confianza, nos invitó a Lisette y a mi, a su cumpleaños.
Ella vivía a una cuadra y media de mi casa, y de ahí en más, su casa era mi casa, y mi casa era su casa.
Día trás día fuimos compartiendo millones de momentos inborrables. Salir del colegio e ir directamente para su casa. Sentarnos en el escritorio de su habitación y pasar toda la tarde dibujando, charlando, escuchar los casettes con las canciones de Las Tres Marías, o el de "Las canciones del Jardín", etc. Leer cuentos, mirar los dibujitos, quedarme a comer.
Luego conocimos a Adriana, una de las diez mil mujeres y chicas que cuidaron a Paloma.
Adriana fue una de las personas más importantes de nuestras vidas en ese tiempo, ella hacía que nos unamos muchisimo.
Con Paloma pasamos desde lo más chico a lo más grande, desde gritar por el balcón a la gente que pasaba a ir a patinar a Winter, enseñarle a andar en bicicleta, patinar por la terraza... En fin: juntas aprendimos el significado de la palabra "amiga", y de lo importante que es tenernos la una a la otra. Porque si ella no hubiese entrado en mi vida, no sabría millones de cosas. Ella me hace encontrar lo más lindo que tengo dentro de mí (que muchas veces me olvido), me hace abrir los ojos en muchísimas cosas, me hace sentir querida, me escucha, me da consejos, me ama, como yo la amo a ella.
Y es hasta el día de hoy, que permanecemos juntas, con el simple detalle que un poco más distanciadas...
En el fondo, las cosas no cambiaron como vos y yo pensamos, Paloma.
Sos la razón de mi vivir. Sos la persona que más amo, y nunca me voy a convencer que hay otra persona a la cual ame un poco más.
Sos mi amiga, y sé que te puedo perder en cualquier momento si no estoy atenta. Por eso, te digo que por vos dejo y doy todo: porque te lo merecés como ninguna otra persona.
Solamente te digo gracias por dejarme entrar en tu vida, y gracias por entrar en la mia, hermana.